sábado, 5 de mayo de 2018

Paréntesis IV


La felicidad intermitente de tu risa
tras tu barba
y las razones claras y negras
en el rumor de tus pestañas.

Unas sábanas que se apiadan
lentamente
y una almohada donde
anochece un sol de tierra
que recuerda.

El aire frágil de mi aliento
no puede nombrarte,
no debe nombrarte
y la noche reduce los árboles
a astillas.

El color de mi piel vibra
entre tus dedos
y mis dientes arrancan las cortinas
con sus yemas.

Ni siquiera palpitan las estrellas.

Continúa
voz que tiembla
continúa
cuerpo invisible del mundo,
continúa o parte
raudamente 
borrando mis manos y mis ojos.
                                                               
¿Te serenarías si te dijera
que la luna no miente
que el río no miente
que no miente mi mirada?
¿Te serenarías si te dijera
que no te miente la mañana?

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