domingo, 27 de mayo de 2018

Paréntesis XIV


El resplandor de tus besos
sobre mis hombros,
y tu aliento
palpitando entre mis labios.

Las islas curvas de tu barba
progresando sobre mi piel,
y el rubor de mis mejillas
delatando tu fatiga.

Tu lengua hiriendo
las raíces de mi ser.
Mis pupilas suspirando tu nombre.

Interminablemente blanda,
me diluyo
en lo noche absoluta de tus ojos.

Penetro la hendidura que duele.
Tu voz y  tu frente,
del color traslúcido de la tarde,
laten en mi garganta.

Una sed crece, silenciada.
Despojada de gestos inútiles,
su luz enclaustrada, violenta
como un río
latiga las horas.

Ajeno a la muerte
mi cuerpo
se distiende en la llanura de tus manos.
Tu corazón titila en mi sangre.

Sobre mis senos
se abaten vibraciones opalinas,
y tu cuerpo de agua,
que no miente,
se eleva de mis dedos.

Solo mi amor es nuestro.

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